Escrito por Administrador
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martes, 09 de mayo de 2006 |
Señor ¿como podré contemplarte con serenidad en este momento de la flagelación? El ver tu cuerpo destrozado me tendría que bastar para decidir una profunda reforma de mi vida.
¿Por qué eres castigado, siendo inocente?. Soy yo el que pequé, ¿por qué has de cargar tu con mis culpas?. Yo merezco los azotes mil veces por haber sido la causa de tanto sufrimiento y tormento que tú pasaste por mí.
No pases de largo, Señor, sin consolarme con la abundancia de tu gracia. Yo te bendigo por tu infinita bondad y misericordia. Yo te adoro y te bendigo porque, al anonadarte de esta manera, me muestras mejor que con cualquier explicación el amor insondable de Dios nuestro Padre.
Átame, Señor contigo, con lazos de amor, a la columna sólida de la voluntad del Padre. Y ayúdame a perseverar allí, venga lo que viniere en tu compañía.
Amén.
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Modificado el ( lunes, 28 de octubre de 2013 )
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